¿Brotes verdes en la economía chilena?
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Sergio Lehmann
La economía chilena mostró en 2014 un muy pobre desempeño. El crecimiento de 1,8% que se habría alcanzado es apenas suficiente para evitar una caída de la actividad per cápita y se encuentra muy por debajo del potencial estimado de 4%. Este año se espera un ritmo algo más elevado, pero aún lejano de lo que se debiera exigir a nuestra economía, dada su capacidad y necesidades para alcanzar un mayor desarrollo.
Las cifras de actividad más recientes han introducido algún grado de mayor optimismo, al mostrar que al menos la desaceleración de la actividad parece haberse detenido ¿Esto es suficiente para advertir los primeros brotes verdes? Es decir, utilizando la misma terminología de la botánica que Bernanke popularizó en 2009 para Estados Unidos, ¿se observan mejoras, por muy leves que sean, en el desempeño económico? Es posible que así sea, pero como bien sabemos, los brotes deben ser regados, cuidados y el suelo fertilizado, de manera que crezcan sólidos y entreguen frutos. Señales de estímulo desde ese lado, al menos por ahora, son escasas.
El escenario político nacional se ha deteriorado de forma importante, restando posibilidades de que la confianza, variable clave para la recuperación, dé muestras sólidas de mejora. Desde el punto de vista de las políticas económicas, el impulso fiscal está contribuyendo a recuperar el crecimiento, pero será más visible hacia la segunda parte del año. Por el lado monetario no hay mayores espacios para que el Banco Central provea nuevos estímulos, debido a que a pesar de las holguras de capacidad de la economía, la inflación ha sido más persistente de lo anticipado. Detrás de ello hemos visto un traspaso de tipo de cambio a precios más marcado de lo previsto y aumentos importantes en el precio de la electricidad, lo que, dicho sea de paso, resta competitividad a nuestra economía. Por lo tanto, las condiciones que permitan dar viabilidad a los brotes verdes que tímidamente han comenzado a surgir, quedan casi completamente entregadas a mejoras en el escenario externo o señales contundentes en el ámbito local, que contribuyan a mejorar el alicaído escenario económico.
La mega liquidez que hoy se registra a nivel global ha permitido sostener un buen rendimiento en los mercados financieros. Sin embargo, desde el punto de vista de la actividad y perspectivas de crecimiento, las medidas han sido exitosas solo en los casos de Estados Unidos y Reino Unido. Esto sugiere que la incertidumbre internacional aún está presente, más allá de los factores geopolíticos siempre importantes.
Estados Unidos comenzará a normalizar su política monetaria hacia mediados de año, mientras la Zona Euro aún no logra recuperar del todo su competitividad. China, en tanto, continuará con una desaceleración gradual de su economía hacia tasas de expansión sostenibles. En Brasil, por su parte, la situación económica y política es crítica. Pareciera entonces que poner todas las fichas en el componente externo para asegurar un crecimiento vigoroso es una apuesta muy arriesgada.
Es claro entonces que las autoridades económicas, de la mano con los empresarios nacionales y los principales actores políticos, deben asumir sus responsabilidades y generar los cambios necesarios en el escenario local para reimpulsar nuestra economía y permitir así quelos brotes verdes, que de forma tímida y frágil se asoman en el horizonte, puedan asentarse con firmeza y crecer saludablemente.